martes, 29 de mayo de 2007

Ellos son, no se hacen...

El “Cuarteto” y sus “rarezas”: el arte de ser divertidos en serio

Antes de que se infiltraran en el vasto universo sonoro montevideano, el uso del humor en la “cultura pop uruguaya” sí que era una “rareza”. De modo que, con el “Cuarteto de Nos” subido a los escenarios “ochentosos”, el calificativo de “bicho raro” al fin tuvo razón de existir.

Por Diego Sebastián Maga
Con trajes extravagantes y canciones en idéntico plan de delirio, deformaron los códigos musicales con el fin de descubrir “su” código de comunicación. Este proceso deformante implicó agregar a los cinco sentidos que orientaban a la Música Popular Uruguaya de entonces (oído, tacto, vista, gusto y olfato creativos) un sexto sentido. El que más desarrollado tenía el “Cuarteto de Nos” y el que más ignoraban (o reprimían) sus colegas: el sentido del humor.
Fue como explorar el Lado B de la MPU. Así fue como estos pesimistas por naturaleza (o con el optimismo justo y necesario para creer que nada va a cambiar) entraron en escena para presentar en sociedad su humor corrosivo y transgredir cuanto límite formal se les atravesara. Estrenando historias e historietas de perdedores compulsivos que al fin podían ser vos o yo.
Pese a que algunos los catalogaron de “provocadores profesionales”, lo que ni sus propios detractores pudieron desmentir es que estos cuatro músicos produjeron los instantes más (clara u oscuramente) divertidos de la MPU.
En un cuarto de siglo, la evolución del “Cuarteto” -de su primer disco al último- fue circular: del humor al humor. Y la MPU está agradecida: desde más de dos décadas aprendió a reírse (especialmente de sí misma). Con doce discos editados (si contabilizamos las dos recopilaciones) esta barra continúa reinventándose. De aquellos “pendex” que se juntaron en 1980 (como trío) a estos nenes grandes (cuatro, desde 1984) el contenido y efecto de sus discos sigue inalterable: las “carcajadas pop” siempre están ahí.
Según pasaron los años, pude detectar que esa actitud artística no es una pose. No es careta. Está probado que ellos son, no se hacen… Son tipos divertidos. No simulan ser así. No es una actitud artificial y por conveniencia de mercado. El secreto del fenómeno que provocaron está en que se divierten para divertirnos. La pasan bien para que la pasemos igual. Y –aunque cambien las generaciones- el público les sigue creyendo. Porque se ríen de sí mismos o de nosotros y al final todos nos terminamos riendo todo. Como mecanismo de defensa para desafiar al patriotismo exacerbado, al fundamentalismo religioso y a la epidemia de estupidez que no para de contagiar. Con canciones de trazo fino o brocha gorda, en tono inocentón o decididamente cruel, siguen infiltrando el mensaje políticamente incorrecto en una sociedad que sigue sin saber “¿por qué lo que le hace bien, le hace mal?”: “Todo lo que me gusta es pecado o hace mal / Todo lo que me gusta es muy caro o ilegal / me mete en problemas que no tienen solución / se me vuelve peligroso o trae alguna complicación / Entonces no sé nunca que tengo que hacer / me pregunto y no me puedo responder: ¿por qué si me hace bien, me hace mal? / Todo lo que me da placer es raro o inmoral / Todo lo que me da placer no se puede contar / Y ando haciendo cosas que no puedo impedir / y a veces al despertarme me tuve que arrepentir (…) Porque lo prohibido para mí siempre es mejor / pero después me hace sentir peor / Y como veo que ya es tarde para decidir, me tomo el último trago y me acuesto a dormir” (“Me hace bien, me hace mal” del Disco “Raro”).

¡Soy “Raro”, y qué!
Con “Raro” asistimos a otro “cuartetazo”. Seis años sin grabar pasaron para que Roberto Musso (guitarrista, compositor y vocalista), su hermano Ricardo (guitarra y voz), Santiago Tavella (bajo y voz) y Álvaro Pintos (batería) editaran otra obra maestra (desde el arte de tapa, con un rostro diseñado digitalmente a partir de los rasgos faciales de cada uno de los componentes del grupo).
Ahora, con la producción deslumbrante de un capo en la materia como Juan Campodónico (fanático de la banda desde los trece años, ex “Peyote Asesino” y productor de “Frontera”, “Sea”, “Eco” y “12 segundos de oscuridad” de Jorge Drexler). El mejor cómplice para este nuevo gran golpe.
El CD presenta doce canciones (en formato pop, rock, folk y hip - hop) que reformulan determinados contenidos sonoros y letrísticos para –lejos de perder identidad- poder captar lo más contundente y filoso de su personalidad artística. Es decir, en esta reinvención consiguieron eliminar los recursos más desgastados por el uso y los años; borrando lo más accesorio (musicalmente hablando) y rescatando los mensajes de acción rápida y directa.
Este “Cuarteto” (quinteto en el estudio de grabación) demostró con el disco del 2006 que su poder especial sigue ejercitado. Un humorismo que no dejaron debilitar con el paso del tiempo al “no” entregarlo desnudo sino empilchado con la acidez, la ironía irreversible y las transgresiones y provocaciones que -en este último caso- llegan a los oídos con los pies más sobre la tierra y sin caer en exceso de cuentos descolgados o fantásticos. O sea, proponen un surrealismo controlado cuyo efecto inmediato es –carcajada mediante- aumentar la percepción de lo real (por más horrible que la realidad sea). Un ejercicio intelectual que consiste en delatar desde la humorada o la caricatura humana, las conductas más perversamente conservadoras de la sociedad y esas injusticias que nos hacen perder el equilibrio social. Es el arte de hacer reír en serio. Ese que estimula sonrisas que en el fondo no resignan reflexión.
Y no caben más explicaciones sobre “Raro”. Después de todo, un disco que incluye canciones como “Nada es gratis en la vida”, “Invierno del ‘92”, “Natural”, “Ya no sé que hacer conmigo”, “Yendo a la casa de Damián” y -mi preferida- “Me hace bien, me hace mal” no puede fallar.