martes, 19 de junio de 2007

19 de junio de 1764

Con el cambio de siglo, inevitablemente, personas y naciones, hacen balances. En la mirada retrospectiva se borran las malas experiencias y se revalorizan las buenas acciones, los avances, los descubrimientos.

También la figura de JOSÉ GERVASIO ARTIGAS se ha acrecentado y enriquecido con el tiempo. Al igual que un puzzle infinito, la historia, los investigadores, ha ido aportando más datos y una mirada diferente. Y hoy su figura, sin perder las virtudes de gran militar y estratega, se ha hecho más humana porque se han ido corriendo los velos que descubren al verdadero ser humano.

Nieto de los primeros pobladores de Montevideo, hijo de Martín José y de Francisca Antonia Arnal, se convierte desde muy joven en hábil jinete y profundo conocedor de la campaña. Como el común de sus pares, gustaba del juego y la vida arriesgada que significaba el trasiego de cueros por las fronteras.

Contaba con 33 años cuando ingresó a los Blandengues, cuerpo creado por la corona española para el control del contrabando. Su vasto conocimiento de la campaña y su espíritu temerario fueron los elementos que le aseguraron una vertiginosa carrera militar. El haber acompañado a Félix de Azara por todo el territorio para conocer los problemas económicos, sociales y políticos a fin de presentar soluciones a la problemática del campo, le incorporó nuevos conocimientos. El contacto con el gaucho, con el pobre, con el estanciero, lo sensibilizaron aún más. Se convertía así en la figura más respetada y querida por la población. El militar más admirado. El estratega más insólito y osado.

Pero su valor y su entrega no fueron los únicos elementos en juego en el campo de batalla. Estaba el enemigo, su potencial, su armamento, los propios orientales que traicionaban el suelo patrio por un puesto junto a la corona. Y si bien fueron verdaderos hitos las batallas ganadas en pos de la libertad, y su imaginación pródiga dio a luz excepcionales propuestas para la reforma del campo, el destino le tenía marcada una retirada prematura. Ante el agobio de las adversidades y el dolor de la traición, emprende un viaje hacia Paysandú, terminando en un campamento en el Ayuí, que marcó otro hecho significativo en la historia de la nación. El Éxodo del pueblo oriental aunó en sus filas por todo el territorio, a los más disímiles personajes de la campaña que abandonaban sus pertenencias, sus tierras, sus afectos y se iban detrás del líder. Al ver el enorme contingente que comenzaba a seguirlo, según sus propias palabras: el hecho representaba una mayor responsabilidad ante el pueblo.
Continuó la lucha entre alianzas estratégicas, victorias y derrotas. El espíritu libertario, su concepto de una América unida, su convencimiento, su ideario, trascendieron fronteras y plasmaron un fresco con la figura definida del gran caudillo.

Ya viejo y abatido, presa del cansancio, emprende la retirad final hacia el Paraguay. Un Convento franciscano lo recibe en lo que será su última morada. ¿Qué había en la cabeza del héroe? sólo él podría decirlo. Lo cierto, lo rescatable, es que fue un oriental más, que comprendió la realidad nacional y que tuvo una formidable visión del contexto latinoamericano. Que su figura cobra cada vez más relevancia y el paso del tiempo lo coloca en los lugares más destacados de la historia.

Locos x la Radio & Ángeles O.N.G. recuerdan el vigésimo cuadragésimo tercer aniversario del nacimiento de nuestro prócer.