Juan Casanova presentó su nueva banda en San José
Por Diego Sebastián Maga
Por ahora, “Assimo” es uno de los secretos mejor guardados del rock nacional. Un enigma que aún intentamos descubrir en unos pocos temas que circulan “piratas”, sin edición oficial y cada tanto suenan en vivo (en Montevideo, básicamente).
“Assimo” es un secreto que, para ser develado, exige seguir una serie de pistas que –inexorablemente- conducen a “Traidores” y al hombre que está detrás de ese mito urbano y “ochentoso” que es Juan Casanova.
La presencia de Casanova al frente de la banda envía una señal subliminal aún para quienes ni siquiera escucharon una canción de “Assimo”.
Por todo ello, el toque de “Assimo” en San José sirvió para agregar piezas a este puzzle incompleto. El show del viernes en “La Bóveda pub” entregó texturas brumosas. Narraciones de paso cansino; con leves y excepcionales arrebatos de furia (“¡esta no es mi casa / ya no soy yo!”). El cancionero de “Assimo” tiene un hilo conductor que atraviesa todos los temas. Sin excepción. La insatisfacción.
La sensación que experimentamos tras el toque fue idéntica a la que experimentaría un peatón que se para -en una hora pico- en medio del aullido infernal de “18 de julio” en Montevideo y -luego de unos segundos de intoxicación auditiva-, se tapa los oídos… ¡Alivio!… Eso, alivio… Ese remanso. Esa tregua, esa mirada silenciosa al interior antes de volver a ser violentados por el maldito ruido del exterior.
Las canciones de Casanova producen este efecto. Son un paréntesis entre tanto escándalo injustificado. Casanova –desde su música- induce a escuchar… A escucharlo… A escucharnos. Y probablemente, mientras él canta, se esté escuchando a sí mismo. O a esa voz interior, que le sugirió tantas letras.
Sin renunciar a las coordenadas estéticas de su pasado, Casanova nos presentó su presente… Un presente –según cantó- “Sin mapa”:
“No vengas a buscarme / ni esperes por mí. / Voy a cruzar soledades sin trillo que seguir. / Sabiendo que si me traga este barro / los demás desgraciados se van a reír. (…) Me tiene sin cuidado / cuanto haya que sentir. / Me da igual, estoy de paso / en este mapa desquiciado ya no hay nada para mí.”
La obra de “Assimo” tiene espesor poético y la bellísima “Las toscas” es un ejemplo de ello. Tiene poesía insatisfecha (en un molde sonoro muy compacto). Tiene confesiones de un pesimista incorregible. O a lo mejor, de un optimista bien informado cuyo motor creativo es el inconformismo.
Después de esta presentación en la ciudad (ante apenas 40 personas) nadie duda del pasado mítico de Casanova (ese del que tal vez reniegue un poco: cuando le pidieron “Flores en mi tumba” de “Traidores” advirtió “si van a empezar con eso me voy”). Tampoco nadie tiene dudas de que su “presente” podría ser perfectamente compatible con el “ayer” aunque claro está que para un “artista de alma” siempre “mañana es mejor”.
Solo nos queda esperar, entonces, a que “Assimo” entre por fin al estudio de grabación. Solo así –con el disco debut entre nosotros- el país podrá conocer –después de tanto tiempo- el nuevo y misterioso proyecto colectivo de Casanova. Una experiencia que revelara masivamente el “aquí y ahora” de un tipo que no renuncia a su inconformismo histórico y vital. Y –por cierto- no renuncia a recordarnos que “más allá” hay una ciudad que aturde y lastima… Y “más acá” hay una música que armoniza y anestesia.
Por Diego Sebastián Maga
Por ahora, “Assimo” es uno de los secretos mejor guardados del rock nacional. Un enigma que aún intentamos descubrir en unos pocos temas que circulan “piratas”, sin edición oficial y cada tanto suenan en vivo (en Montevideo, básicamente).
“Assimo” es un secreto que, para ser develado, exige seguir una serie de pistas que –inexorablemente- conducen a “Traidores” y al hombre que está detrás de ese mito urbano y “ochentoso” que es Juan Casanova.
La presencia de Casanova al frente de la banda envía una señal subliminal aún para quienes ni siquiera escucharon una canción de “Assimo”.
Por todo ello, el toque de “Assimo” en San José sirvió para agregar piezas a este puzzle incompleto. El show del viernes en “La Bóveda pub” entregó texturas brumosas. Narraciones de paso cansino; con leves y excepcionales arrebatos de furia (“¡esta no es mi casa / ya no soy yo!”). El cancionero de “Assimo” tiene un hilo conductor que atraviesa todos los temas. Sin excepción. La insatisfacción.
La sensación que experimentamos tras el toque fue idéntica a la que experimentaría un peatón que se para -en una hora pico- en medio del aullido infernal de “18 de julio” en Montevideo y -luego de unos segundos de intoxicación auditiva-, se tapa los oídos… ¡Alivio!… Eso, alivio… Ese remanso. Esa tregua, esa mirada silenciosa al interior antes de volver a ser violentados por el maldito ruido del exterior.
Las canciones de Casanova producen este efecto. Son un paréntesis entre tanto escándalo injustificado. Casanova –desde su música- induce a escuchar… A escucharlo… A escucharnos. Y probablemente, mientras él canta, se esté escuchando a sí mismo. O a esa voz interior, que le sugirió tantas letras.
Sin renunciar a las coordenadas estéticas de su pasado, Casanova nos presentó su presente… Un presente –según cantó- “Sin mapa”:
“No vengas a buscarme / ni esperes por mí. / Voy a cruzar soledades sin trillo que seguir. / Sabiendo que si me traga este barro / los demás desgraciados se van a reír. (…) Me tiene sin cuidado / cuanto haya que sentir. / Me da igual, estoy de paso / en este mapa desquiciado ya no hay nada para mí.”
La obra de “Assimo” tiene espesor poético y la bellísima “Las toscas” es un ejemplo de ello. Tiene poesía insatisfecha (en un molde sonoro muy compacto). Tiene confesiones de un pesimista incorregible. O a lo mejor, de un optimista bien informado cuyo motor creativo es el inconformismo.
Después de esta presentación en la ciudad (ante apenas 40 personas) nadie duda del pasado mítico de Casanova (ese del que tal vez reniegue un poco: cuando le pidieron “Flores en mi tumba” de “Traidores” advirtió “si van a empezar con eso me voy”). Tampoco nadie tiene dudas de que su “presente” podría ser perfectamente compatible con el “ayer” aunque claro está que para un “artista de alma” siempre “mañana es mejor”.
Solo nos queda esperar, entonces, a que “Assimo” entre por fin al estudio de grabación. Solo así –con el disco debut entre nosotros- el país podrá conocer –después de tanto tiempo- el nuevo y misterioso proyecto colectivo de Casanova. Una experiencia que revelara masivamente el “aquí y ahora” de un tipo que no renuncia a su inconformismo histórico y vital. Y –por cierto- no renuncia a recordarnos que “más allá” hay una ciudad que aturde y lastima… Y “más acá” hay una música que armoniza y anestesia.